
“Es un símbolo de amor, de protección, de justicia, de paz, de
respeto a la dignidad humana y de iglesia”, afirmó el párroco de la
Inmaculada de Juquila, Manuel Arias Montes, ante la celebración hoy de
su festividad.
La parroquia, la única dedicada a esta advocación de María en la Arquidiócesis de Antequera-Oaxaca –después del Santuario en Santa Catarina Juquila–, fue erigida el 8 de septiembre en 1986 por el entonces quinto arzobispo Bartolomé Carrasco Briseño, por su gran amor profesado a la virgen y para atender ese nuevo núcleo poblacional, localizado en las inmediaciones de la agencia municipal Dolores.
Por su origen humilde e indígena, los recién llegados habitantes,
zapotecos, mixtecos, mixes, chatinos, mazatecos, triquis, entre otros,
recibieron con mucho gusto a la Virgen de Juquila, debido a su gran
religiosidad y espiritualidad.
“En eso se inspiró Don Bartolomé, porque fue un magnífico intérprete
del intérprete del corazón y la espiritualidad indígena. Siempre vio al
pueblo indígena como un signo de futuro”, asentó.
Desde esa fecha, la devoción por la Virgen de Juquila fue creciendo
día a día en la Unidad Habitacional Ricardo Flores Magón y extendiéndose
a colonias aledañas, así como a municipios cercanos, como San Agustín
Yatareni.
“Para el oaxaqueño, la Virgen de Juquila es su origen, su pensamiento religioso, su ritualidad, su concepto de la vida, su enlace entre lo divino y lo humano. Además, es morena, indígena, como el oaxaqueño”, asentó.
De hecho, por ese rasgo indígena, la pleitesía a la Virgen de Juquila
es similar a la rendida a la Virgen de Guadalupe, no solamente en
Oaxaca, sino también en Puebla, Tlaxcala, Estado de México, Veracruz y
Chiapas, así como en los Estados Unidos, por la religiosidad de los
migrantes.
“Es un símbolo religioso en el centro y sur del país semejante a la
Virgen de Guadalupe, porque nos da a conocer al ser humano más grande,
que es Cristo”, señaló.
Aunque también la Virgen de Juquila se ha convertido en un sostén para el pueblo en sus luchas sociales, como sucedió en 2006.
“Es como un estandarte en cualquier lucha por la paz con justicia, como lo hicieron los insurgentes, los revolucionarios y recientemente los zapatistas, porque es un signo visible de la verdad de Jesús. Es una misionera de la justicia y la paz”, añadió.
Además, ha sido un símbolo para la defensa de la dignidad de la niñez ante los últimos casos de pederastia clerical.
“Por la unidad comunitaria, la virgen y la parroquia hicieron la
defensa de los niños, que son símbolos de Dios mismo, ante ese crimen
abominable como ha dicho el Papa Francisco. Por su carácter comunitario,
nuestra iglesia está consciente de la necesidad de una reforma y
renovación, para que siga siendo un signo visible de la verdad de
Jesús”, terminó.
Virgen milagrosa y amorosa
“Desde que se fundó esta parroquia he dado mi servicio, son más de 30
años, pero para Dios es un minuto. Para nosotros no cuenta, sino el
amor y el servicio que se hace a la parroquia, por esa gran devoción y
amor que tenemos a la Virgen de Juquila, porque nos une en
agradecimiento por los favores recibidos. Es nuestra virgen milagrosa y
amorosa de Juquila, que cuida nuestra fe y acompaña nuestra vida”: Doña
Rosa Herrera Hernández, equipo de Pastoral Social de la parroquia.–